MI RELACION CON LA POESIA
En la infancia pronto
los juguetes me quedaron angostos, chicos, sin ganas. Prefería estar
estirándome para atrapar estrellas o jugar con el sol en ese patio vidriado
donde reconocía cuando nacían las estaciones.
Sin saberlo ya
estaba vinculada con la poesía.
Después de tantos
saltos y trepadas para tocar el cielo cansaron a los adultos que viendo que las
muñecas, ni vajilla en miniatura, ni las escobitas, me calmaban, me dieron los
libros.
Libros infantiles
que fueron creciendo como corresponde.
De esa manera
tome contacto con la palabra, con la palabra ejercida de otra manera. Así
comencé a hacer en tarjetas pequeños dibujos y poemas de amor a mi mamá, esa
mamá que nunca lograba alcanzar, donde se desprende que en todo poeta hay un
elemento de amor, una búsqueda de dar o hallar el amor. El amor que es dado
nunca alcanza.
Un poco más
grandecita, tenía cuadernos verdes, marca Arte, donde escribía en forma de
poema. Cuadernos que desaparecieron en las mudanzas que toda familia realiza,
según cambian las circunstancias.
Pero recuerdo
especialmente uno de esos poemas donde
le pedía a Dios, porque también era ya mística, que no dejara que las palabras
murieran en mi.
“Cuando perdemos
la infancia, perdemos la inocencia de esa lengua aprendida con tanto esmero”
“Creo que en los
que anida una rebeldía innata, no se nos amputa, sino que secretamente
guardamos a esa voz niña y la hacemos crecer en secreto y tomamos conciencia
esa “gracia ambigua de las palabras y las defendemos de las reglamentaciones
del mundo” (Santiago Espel-de su libro: Notas sobre poesía)
Con el tiempo se
reconoce así una segunda mirada sobre todo lo existente. Otro mundo está a
disposición de la poesía. Mirada que se puede llevar a la palabra escrita, o
no. Que puede transformarse en un poema de valor, o no llegar a ser más que un
papel arrugado, o simplemente no llegar a ese papel.
Poesía es el
sinfín de hechos cotidianos que amanecen
como perlas en cualquier momento. En la peluquería la asistente me lava la cabeza
y comienzo a sentir sus manos como una remota fuerza que escarba y se detiene
allá donde se originan los pensamientos y que se transforman en un sentir, y
las formas del mundo pierden sentido, se desligan de mí, me desprendo y soy
navegante en el universo de mi cuerpo. Mientras el agua fluye tibia, fluye,
limpia, aborda ese tiempo donde la luz parpadea y yo intento atraparla,
mantenerla encerrada en un instante que rápido se disipa.
Esta es la poesía
que me pertenece, cada ser debe tener la
que le fue otorgada, porque al Ser, le gusta la diversidad.
En algún lado leí
que la poesía está relacionada con la magia y que los chamanes se expresan de
una manera que no es la corriente. Es que la magia también juega con la palabra
y las transforman en mantras, palabras de poder, sin sentido aparente,
para encontrar ayuda en otros entornos y
transformar la realidad que nos atiende.
“La lectura y
escritura de poesía podría disminuir la criminalidad y delincuencia en el
mundo” (Santiago Espel)
Y es así, porque
con la apertura de esa segunda mirada se encuentra el sentido profundo de la
vida. Es vincularse con esa energía, para mi divina, que nos sustenta y nos
pertenece y a vislumbrar a través del conocimiento él porqué de nuestro paso
por la vida. Como dijo Carlos Castaneda a través de la voz de su maestro don
Juan Matus, que el hombre está hecho para adquirir conocimiento, ese es su
destino.
Al preguntarme:
¿Por qué escribo? Y como es que escribo poesía, que no sé de donde me salió, es
como si estuviera desde siempre inscripta en mí. Nunca sé de qué color va ser
el hilo que voy extraer de esa nebulosa que me acosa, que me inspira. Es un
resonar de un sonido, o una imagen, una sugestión, un lejano sentir que se hace
palabra, a veces si tiro con insistencia de eso sale el poema entero, o tengo
que insistir un poco más para concretar eso que yo sé que es. A veces lo logro.
Otras no. Y así van quedando partes de algo en papeles que van amarilleando en
los cajones. De vez en cuando reviso esos esbozos y sale algo, pero no es lo
mismo que lo inspiro. Me ha pasado con cuentos que empiezo con algo y
desarrollo y termino con algo totalmente inesperado. Creo que escribo porque me
leo a mí misma, o me doy a leer relatos que están inscriptos en el aire.
Esto es de una
total maravilla de la nada salió algo que me pertenece, sin pertenecerme, como
los hijos, porque un hijo es una inmensidad disparada hacia el futuro. De donde
viene ese hijo que me fue destinado. Su padre y yo le dimos su forma física y
psíquica, donde contribuyeron las generaciones precedentes, eso es lo
sabido. ¿Pero de donde vienen esos seres
tan entrañables, tan conocidos, como desconocidos. La otra pregunta es: de
donde vengo yo. Con lo que escribo me pasa lo mismo, por eso siempre pienso que
no es mío, que solo soy un canal. Pero escribo también porque me gusta, porque
me gustan los terrenos áridos, inexplorados y eso es el papel blanco, que puede
llegar a desesperar, pero allí se puede crear y recrear algo.
En mi vivir,
también me gustan esto, me interesan los espacios vacios donde puedo imaginar.
Donde todo está hecho por otros siempre me veo esforzada a la adaptabilidad,
eso no quiere decir que no lo pueda aceptar y hasta disfrutar. Me entusiasman
los proyectos ajenos y me gusta colaborar con ellos, pero sé que no son lo mío.
Sé, que en ese
cuadrado blanco de papel, siempre guarda algo. Algo que está allí oculto,
esperando una forma, una resolución, esperando encontrar la luz. Y sé también
que la vida es así, que en toda situación hay si se cambia la mirada, la
actitud, un tiempo oculto que nos corresponde y nos soluciona. Hay infinitas
posibilidades para cada situación. Si la encontramos y la sacamos a luz es la
que nos pertenece. Somos libres aunque muchas veces nos sentimos presos; presos
de las rejas que nos supimos construir.
Si, escribir es
para mí, algo metafísico, incomprensible, que nace en lo oculto. Siempre es
nuevo. Siempre pienso que no voy a poder hacerlo, que no voy a dar con las
palabras. Entonces la magia, comienzan a surgir de un lugar conocido que
desconozco. A veces utilizo términos que tengo que buscar su significado en el
diccionario y siempre es lo que
corresponde a eso que estoy escribiendo.
Alguien me dicta,
soy hablada.
No soy
disciplinada para escribir, (siempre estoy tratando de auto educarme, eso
también es ser disciplinada, pero sin lograrlo) pero si puedo sentarme, tomar
la lapicera, y enfrentarme al papel, algo se desprende de mí y se instala en el
papel, es por eso que siempre tengo la sensación de primera vez, de lo inédito,
del no poder, del no encontrar el ritmo, la palabra, de no tener la fuerza
insistente de lograr expresar eso esencial que ejerce presión desde la nebulosa
de lo que no es.
Leo a Santiago
Espel Diciendo: “que la poesía no es un
acto inocente, ni un rasgo de ingenuidad y que no se puede negar la incidencia
de un poema en la realidad, que la altera y que siempre es un componente
incorrecto para cualquier sistema”
No, por supuesto
que la poesía no es un acto inocente, porque sintetiza eso que la vida de superficie
no revela, a veces sin que el poeta lo sepa. Aunque creo que en todo poeta
tiene que existir algo de inocencia para dejarse tocar por el hecho poético,
que vendría a ser un ramalazo de otra frecuencia y que no siempre se puede
alcanzar esa “dinastía exiliada”. “La escritura toca lo extranjero” según
Clarice Lispector.
En cuanto al
hecho de que un poema “es un componente erróneo para cualquier sistema” debe ser
extensivo para los poetas, e ilumina esa parte mía que siempre se siente
exiliada, extranjera, “un componente incorrecto”. Ese sentir me acompaño desde
siempre, ahora lo acepto, hasta con agrado, pero hubo épocas que esto no me
hizo feliz, y me llevó a ser una
buscadora de respuestas para intranquilos interrogantes.
Escribir me completa,
me hace partícipe y también de alguna manera me traduce, aprendo y construyo un
conocimiento que me pertenece.
Jugar con las palabras
Luciérnagas titilantes
Se encienden y se apagan
De la sombra a la luz
Mi resonancia
Las une
Las moldea
Con un propósito que desconozco
Me gusta reconocerme en este juego. REM
Por mucho tiempo
lleve oculta a la poeta que vive en mí. Ni mi familia sabia de estos andares
míos, solo reconocían que “estaba siempre en la luna.
Mi hijo menor, en
cierta oportunidad, al mostrarme sus poemas con mucho reparo, me dijo: “no lo
digas a nadie mamá que a mí me gusta la poesía. Si se enteran los chicos, es un
quemo de cargadas para siempre, no lo digas porque si no vuelvo a mostrarte
nada más” Esa es la incomprensión y la
sorna de la que están rodeados los
poetas.
Siempre tuve la
sensación que era dos personas, una de
la poesía, las lecturas, las indagaciones fantásticas y otras yerbas que
componen ese otro universo tan mío.
La oculta pasajera de otra vida, de
otra mirada.
La que se pierde en atardeceres y otoños
Que se hunden ocres en la muerte
A la que las lunas le regalan palabras mágicas
En
las noches de veranos que se queman,
Yendo a la deriva con los sueños
A la que los árboles le acarician el rostro
con verde sabor
Otorgando verdades porque si,
como hacen los amigos REM
Y esta la otra la
que lucha por adaptarse al mundo que dicen real, y que también tiene su encanto
cuando se aprende a manejarse en el.
Todo parece andar
por carriles bien diferenciados, que colapsan cuando irrumpe un arrobamiento,
entonces la loca hace su aparición y la
de los días muere instante a instante tratando de encerrar en la orilla que corresponde
a esa que se suelta el pelo y es. Todo un conflicto
“¿y ahora como lo
escribo?” pregunta: Santiago Espel
A veces caminando
o simplemente quedándome quieta, o lavando los platos, o barriendo. De esas
maneras u otras se abre una grieta por la que entra un pájaro que me deja un
hilo de dónde tirar. A veces a través de una consigna, muchas, porque frecuento
talleres, o algo que leo.¿ Bueno, ahora como lo realizo? Las palabras nunca
alcanzan pero hay que tirar algo fuego y comenzar aderezarlo, cocinarlo
lentamente. Escribir es siempre algo nuevo, que viene de algo viejo.
Las noches en las
que deambulo quieta y sin esfuerzo, a veces me llevan al sueño, al mundo de los
sueños, algo de suma importancia para mí; otras me asaltan ideas, las palabras
se desvisten ante mí, o me despiertan en la mitad de la noche. Laxa, entre
dormida, me digo, mañana anoto esto, puede que lo haga y me levante por la
mañana a escribir lo que me asalto, pero la muchas de las veces el encanto ya
huyo. No siempre es así pero casi siempre.
De donde me vienen
las palabras, no lo sé, solo sé, que están allí rondando y en algún momento
son.
La poesía está hecha del mismo material de los sueños,
los que realizamos dormidos o despiertos.
Me gustaría hacer
algo temático, con un hijo conductor, pero me cuesta y después me digo: todo
pasa por mí, yo soy el hilo conductor. Es esa cosa loca, salvaje, bloqueada,
que hace lo imposible para atrapar eso que se desplaza como una onda dentro de
mí.
¿Qué lugar
ocupa la literatura, la poesía, en este
mundo automatizado?”
El lugar del
contraste, lo indómito, la herida que supura y nos recuerda que estamos en este
mundo, que estamos vivos y estar vivos es estar en sintonía con esa vibración
vital que nos hace ser uno con todo lo que nos rodea. También representa un
acto de libertad, de arrojo, de los que se sienten apretados en el formato que
les toca vivir. Hundirse en la lectura de igual forma trae esa misma sensación
de emancipación de los que nos rodea, como lo es bailar; bailar no con pasos
programados, sino entregando, soltando el cuerpo a la música, con esa música
que resuena con algo interior.
En el danzar
también está implícita la poesía, y para mí lo está también en el Tarot. Alguien me dijo que mis caminos son espejos uno del otro.
Siempre me
pregunto porque hago estas cosas y no otras. Son preguntas sin respuesta
aparente, porque como en todo lo relacionado con la vida que nos toca vivir,
está el punto de misterio, y cuando más creemos que sabemos, menos sabemos. No
saber nada y tener que enfrentarnos a ese misterio es lo verdaderamente real y
lo que hay que aceptar y dejar que pase a través de uno y seguir creando, no
solo poema, cuentos, sino todo aquello
que tiene que ser creado para manifestarnos.
“Camuflada,
silenciosa, la muerte pelecha en la rutina. Por eso la poesía también trabaja
contra la muerte: Inacción diagonal, herida propinada a la rutina, luz, así
el poema” Santiago Espel
La poesía mira de
frente a la muerte, la descose, la sabe, no la rinde, nada puede rendir a la
muerte, la posterga con el encantamiento. La ilumina. Le pregunta, la hace su
aliada.
El sistema, este
que ya comenzó a ser pateado y puteado por algunos que esclarecidos denuncian. Ese, que nos “organizo la lengua
desde chicos, la lengua y el tiempo” S.E
La lengua
amordazada hasta hacerla común, lineal, libre de sospecha. Una lengua preparada
para la obediencia. Automatizados, rutinarios, obedientes; algunos necesitamos
abrir una grieta luminosa por donde huir. Salir al jardín aunque sea por
momentos.
¿de dónde viene
esta conspiración de invisibilidad?
Ninguna palabra
es visible
Alejandra
Pizarnic
…decir equivale a
mentir
Todo lo que se
puede decir es mentira
El resto es
silencio
Solo que el
silencio no existe Alejandra
Pizarnic
Asomada a mí
poeta
La otra que soy
pregunta
Porque escribo en
esta lengua
¿Quién me
eligió? Virginia
Perrone
De pronto
emerge el poema
Las palabras
negadas prohibidas
Golpean desnudas
sin ocultar sus ojos Cecilia Ortiz
¿Quién me eligió?
O porque elijo hacer esto, de donde me viene este traer palabras de mundo
invisibles, que se niegan, que golpean, que miran, que están allí tan cerca
como lejanas. Desconcertantes, inservibles, que solo son para quién las pesca.
Alguien que merodea por lugares parecidos. Puede ser que todo lo que se dice
sea una mentira, una enorme mentira
hecha de palabras para poblar el vacio; para dar forma a lo sin forma.
Por último, hago
esto, porque soy un lugar resonante.
En mi todo
resuena.
Advirtiendo esto
supe que pertenezco, no al mundo de cuadrados que se desplazan uno sobre otro,
buscando permanencia, sino a la impermanencia de la vida que se agita desde los
confines del universo hasta una tímida brizna que se alarga y crece hacia el
sol.
Rosa Esther Moro.
¡ Qué grandes razones, Esther ?
ResponderEliminar