martes, 2 de enero de 2018

   MI RELACION CON LA POESIA

            MI RELACION CON LA POESIA

                        En la infancia pronto los juguetes me quedaron angostos, chicos, sin ganas. Prefería estar estirándome para atrapar estrellas o jugar con el sol en ese patio vidriado donde reconocía cuando nacían las estaciones.
Sin saberlo ya estaba vinculada con la  poesía.
Después de tantos saltos y trepadas para tocar el cielo cansaron a los adultos que viendo que las muñecas, ni vajilla en miniatura, ni las escobitas, me calmaban, me dieron los libros.
Libros infantiles que fueron creciendo como corresponde.
De esa manera tome contacto con la palabra, con la palabra ejercida de otra manera. Así comencé a hacer en tarjetas pequeños dibujos y poemas de amor a mi mamá, esa mamá que nunca lograba alcanzar, donde se desprende que en todo poeta hay un elemento de amor, una búsqueda de dar o hallar el amor. El amor que es dado nunca alcanza.
Un poco más grandecita, tenía cuadernos verdes, marca Arte, donde escribía en forma de poema. Cuadernos que desaparecieron en las mudanzas que toda familia realiza, según cambian las circunstancias.
Pero recuerdo especialmente uno de esos poemas  donde le pedía a Dios, porque también era ya mística, que no dejara que las palabras murieran en mi.
“Cuando perdemos la infancia, perdemos la inocencia de esa lengua aprendida con tanto esmero”  
“Creo que en los que anida una rebeldía innata, no se nos amputa, sino que secretamente guardamos a esa voz niña y la hacemos crecer en secreto y tomamos conciencia esa “gracia ambigua de las palabras y las defendemos de las reglamentaciones del mundo” (Santiago Espel-de su libro: Notas sobre poesía)
Con el tiempo se reconoce así una segunda mirada sobre todo lo existente. Otro mundo está a disposición de la poesía. Mirada que se puede llevar a la palabra escrita, o no. Que puede transformarse en un poema de valor, o no llegar a ser más que un papel arrugado, o simplemente no llegar a ese papel.
Poesía es el sinfín  de hechos cotidianos que amanecen como perlas en cualquier momento. En la peluquería la asistente me lava la cabeza y comienzo a sentir sus manos como una remota fuerza que escarba y se detiene allá donde se originan los pensamientos y que se transforman en un sentir, y las formas del mundo pierden sentido, se desligan de mí, me desprendo y soy navegante en el universo de mi cuerpo. Mientras el agua fluye tibia, fluye, limpia, aborda ese tiempo donde la luz parpadea y yo intento atraparla, mantenerla encerrada en un instante que rápido se disipa.
Esta es la poesía que me pertenece, cada ser debe tener  la que le fue otorgada, porque al Ser, le gusta la diversidad.
En algún lado leí que la poesía está relacionada con la magia y que los chamanes se expresan de una manera que no es la corriente. Es que la magia también juega con la palabra y las transforman en mantras, palabras de poder, sin sentido aparente, para  encontrar ayuda en otros entornos y transformar la realidad que nos atiende.
“La lectura y escritura de poesía podría disminuir la criminalidad y delincuencia en el mundo” (Santiago Espel)
Y es así, porque con la apertura de esa segunda mirada se encuentra el sentido profundo de la vida. Es vincularse con esa energía, para mi divina, que nos sustenta y nos pertenece y a vislumbrar a través del conocimiento él porqué de nuestro paso por la vida. Como dijo Carlos Castaneda a través de la voz de su maestro don Juan Matus, que el hombre está hecho para adquirir conocimiento, ese es su destino.

Al preguntarme: ¿Por qué escribo? Y como es que escribo poesía, que no sé de donde me salió, es como si estuviera desde siempre inscripta en mí. Nunca sé de qué color va ser el hilo que voy extraer de esa nebulosa que me acosa, que me inspira. Es un resonar de un sonido, o una imagen, una sugestión, un lejano sentir que se hace palabra, a veces si tiro con insistencia de eso sale el poema entero, o tengo que insistir un poco más para concretar eso que yo sé que es. A veces lo logro. Otras no. Y así van quedando partes de algo en papeles que van amarilleando en los cajones. De vez en cuando reviso esos esbozos y sale algo, pero no es lo mismo que lo inspiro. Me ha pasado con cuentos que empiezo con algo y desarrollo y termino con algo totalmente inesperado. Creo que escribo porque me leo a mí misma, o me doy a leer relatos que están inscriptos en el aire.
Esto es de una total maravilla de la nada salió algo que me pertenece, sin pertenecerme, como los hijos, porque un hijo es una inmensidad disparada hacia el futuro. De donde viene ese hijo que me fue destinado. Su padre y yo le dimos su forma física y psíquica, donde contribuyeron las generaciones precedentes, eso es lo sabido.  ¿Pero de donde vienen esos seres tan entrañables, tan conocidos, como desconocidos. La otra pregunta es: de donde vengo yo. Con lo que escribo me pasa lo mismo, por eso siempre pienso que no es mío, que solo soy un canal. Pero escribo también porque me gusta, porque me gustan los terrenos áridos, inexplorados y eso es el papel blanco, que puede llegar a desesperar, pero allí se puede crear y recrear algo.
En mi vivir, también me gustan esto, me interesan los espacios vacios donde puedo imaginar. Donde todo está hecho por otros siempre me veo esforzada a la adaptabilidad, eso no quiere decir que no lo pueda aceptar y hasta disfrutar. Me entusiasman los proyectos ajenos y me gusta colaborar con ellos, pero sé que no son lo mío.
Sé, que en ese cuadrado blanco de papel, siempre guarda algo. Algo que está allí oculto, esperando una forma, una resolución, esperando encontrar la luz. Y sé también que la vida es así, que en toda situación hay si se cambia la mirada, la actitud, un tiempo oculto que nos corresponde y nos soluciona. Hay infinitas posibilidades para cada situación. Si la encontramos y la sacamos a luz es la que nos pertenece. Somos libres aunque muchas veces nos sentimos presos; presos de las rejas que nos supimos construir.
Si, escribir es para mí, algo metafísico, incomprensible, que nace en lo oculto. Siempre es nuevo. Siempre pienso que no voy a poder hacerlo, que no voy a dar con las palabras. Entonces la magia, comienzan a surgir de un lugar conocido que desconozco. A veces utilizo términos que tengo que buscar su significado en el diccionario  y siempre es lo que corresponde a eso que estoy escribiendo.
Alguien me dicta, soy hablada.
No soy disciplinada para escribir, (siempre estoy tratando de auto educarme, eso también es ser disciplinada, pero sin lograrlo) pero si puedo sentarme, tomar la lapicera, y enfrentarme al papel, algo se desprende de mí y se instala en el papel, es por eso que siempre tengo la sensación de primera vez, de lo inédito, del no poder, del no encontrar el ritmo, la palabra, de no tener la fuerza insistente de lograr expresar eso esencial que ejerce presión desde la nebulosa de lo que no es.

Leo a Santiago Espel  Diciendo: “que la poesía no es un acto inocente, ni un rasgo de ingenuidad y que no se puede negar la incidencia de un poema en la realidad, que la altera y que siempre es un componente incorrecto para cualquier sistema”
No, por supuesto que la poesía no es un acto inocente, porque sintetiza eso que la vida de superficie no revela, a veces sin que el poeta lo sepa. Aunque creo que en todo poeta tiene que existir algo de inocencia para dejarse tocar por el hecho poético, que vendría a ser un ramalazo de otra frecuencia y que no siempre se puede alcanzar esa “dinastía exiliada”. “La escritura toca lo extranjero” según Clarice Lispector.
En cuanto al hecho de que un poema “es un componente erróneo para cualquier sistema” debe ser extensivo para los poetas, e ilumina esa parte mía que siempre se siente exiliada, extranjera, “un componente incorrecto”. Ese sentir me acompaño desde siempre, ahora lo acepto, hasta con agrado, pero hubo épocas que esto no me hizo feliz, y me llevó  a ser una buscadora de respuestas para intranquilos interrogantes.
Escribir me completa, me hace partícipe y también de alguna manera me traduce, aprendo y construyo un conocimiento que me pertenece.
                                                                                                                 
                 Jugar con las palabras
                 Luciérnagas titilantes
                 Se encienden y se apagan
                 De la sombra a la luz
                Mi resonancia
               Las une
               Las moldea
              Con un propósito que desconozco

             Me gusta reconocerme en este juego.    REM

Por mucho tiempo lleve oculta a la poeta que vive en mí. Ni mi familia sabia de estos andares míos, solo reconocían que “estaba siempre en la luna.
Mi hijo menor, en cierta oportunidad, al mostrarme sus poemas con mucho reparo, me dijo: “no lo digas a nadie mamá que a mí me gusta la poesía. Si se enteran los chicos, es un quemo de cargadas para siempre, no lo digas porque si no vuelvo a mostrarte nada más” Esa es la incomprensión  y la sorna  de la que están rodeados los poetas.
Siempre tuve la sensación que  era dos personas, una de la poesía, las lecturas, las indagaciones fantásticas y otras yerbas que componen ese otro universo tan mío.

          La oculta pasajera de otra vida, de otra mirada.
          La que se pierde en atardeceres y otoños
         Que se hunden ocres en la muerte
         A la que las lunas le regalan palabras mágicas
         En las noches de veranos que se queman,
        Yendo a la deriva con los sueños
           A la que los árboles le acarician el rostro con verde sabor
           Otorgando verdades porque si, como  hacen los amigos      REM

Y esta la otra la que lucha por adaptarse al mundo que dicen real, y que también tiene su encanto cuando se aprende a manejarse en el.
Todo parece andar por carriles bien diferenciados, que colapsan cuando irrumpe un arrobamiento, entonces la loca hace su aparición  y la de los días muere instante a instante tratando de encerrar en la orilla que corresponde a esa que se suelta el pelo y es. Todo un conflicto

“¿y ahora como lo escribo?” pregunta: Santiago Espel
A veces caminando o simplemente quedándome quieta, o lavando los platos, o barriendo. De esas maneras u otras se abre una grieta por la que entra un pájaro que me deja un hilo de dónde tirar. A veces a través de una consigna, muchas, porque frecuento talleres, o algo que leo.¿ Bueno, ahora como lo realizo? Las palabras nunca alcanzan pero hay que tirar algo fuego y comenzar aderezarlo, cocinarlo lentamente. Escribir es siempre algo nuevo, que viene de algo viejo.
Las noches en las que deambulo quieta y sin esfuerzo, a veces me llevan al sueño, al mundo de los sueños, algo de suma importancia para mí; otras me asaltan ideas, las palabras se desvisten ante mí, o me despiertan en la mitad de la noche. Laxa, entre dormida, me digo, mañana anoto esto, puede que lo haga y me levante por la mañana a escribir lo que me asalto, pero la muchas de las veces el encanto ya huyo. No siempre es así pero casi siempre.
De donde me vienen las palabras, no lo sé, solo sé, que están allí rondando y en algún momento son.
La poesía  está hecha del mismo material de los sueños, los que realizamos dormidos o despiertos.
Me gustaría hacer algo temático, con un hijo conductor, pero me cuesta y después me digo: todo pasa por mí, yo soy el hilo conductor. Es esa cosa loca, salvaje, bloqueada, que hace lo imposible para atrapar eso que se desplaza como una onda dentro de mí.
¿Qué lugar ocupa  la literatura, la poesía, en este mundo automatizado?”
El lugar del contraste, lo indómito, la herida que supura y nos recuerda que estamos en este mundo, que estamos vivos y estar vivos es estar en sintonía con esa vibración vital que nos hace ser uno con todo lo que nos rodea. También representa un acto de libertad, de arrojo, de los que se sienten apretados en el formato que les toca vivir. Hundirse en la lectura de igual forma trae esa misma sensación de emancipación de los que nos rodea, como lo es bailar; bailar no con pasos programados, sino entregando, soltando el cuerpo a la música, con esa música que resuena con algo interior.
En el danzar también está implícita la poesía, y para mí lo está también en  el Tarot. Alguien me dijo  que mis caminos son espejos uno del otro.
Siempre me pregunto porque hago estas cosas y no otras. Son preguntas sin respuesta aparente, porque como en todo lo relacionado con la vida que nos toca vivir, está el punto de misterio, y cuando más creemos que sabemos, menos sabemos. No saber nada y tener que enfrentarnos a ese misterio es lo verdaderamente real y lo que hay que aceptar y dejar que pase a través de uno y seguir creando, no solo poema, cuentos, sino  todo aquello que tiene que ser creado para manifestarnos.

“Camuflada, silenciosa, la muerte pelecha en la rutina. Por eso la poesía también trabaja contra la muerte: Inacción diagonal, herida propinada a la rutina, luz, así el  poema” Santiago Espel
La poesía mira de frente a la muerte, la descose, la sabe, no la rinde, nada puede rendir a la muerte, la posterga con el encantamiento. La ilumina. Le pregunta, la hace su aliada.
El sistema, este que ya comenzó a ser pateado y puteado por algunos que esclarecidos  denuncian. Ese, que nos “organizo la lengua desde chicos, la lengua y el tiempo” S.E
La lengua amordazada hasta hacerla común, lineal, libre de sospecha. Una lengua preparada para la obediencia. Automatizados, rutinarios, obedientes; algunos necesitamos abrir una grieta luminosa por donde huir. Salir al jardín aunque sea por momentos.

¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidad?
Ninguna palabra es visible
                                               Alejandra Pizarnic
…decir equivale a mentir
Todo lo que se puede decir es mentira
El resto es silencio
Solo que el silencio no existe            Alejandra Pizarnic

Asomada a mí poeta
La otra que soy pregunta
Porque escribo en esta lengua
¿Quién me eligió?                    Virginia Perrone

De pronto emerge      el poema
Las palabras negadas    prohibidas
Golpean desnudas sin ocultar sus ojos            Cecilia Ortiz

¿Quién me eligió? O porque elijo hacer esto, de donde me viene este traer palabras de mundo invisibles, que se niegan, que golpean, que miran, que están allí tan cerca como lejanas. Desconcertantes, inservibles, que solo son para quién las pesca. Alguien que merodea por lugares parecidos. Puede ser que todo lo que se dice sea una mentira,  una enorme mentira hecha de palabras para poblar el vacio; para dar forma a lo sin forma.
Por último, hago esto, porque soy un lugar resonante.
En mi todo resuena.
Advirtiendo esto supe que pertenezco, no al mundo de cuadrados que se desplazan uno sobre otro, buscando permanencia, sino a la impermanencia de la vida que se agita desde los confines del universo hasta una tímida brizna que se alarga y crece hacia el sol.

Rosa Esther Moro.

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